Casa Medusa, o la apropiación estética de una historia de vida

La Unidad Editorial del CULagos presentó el pasado 18 de junio a través de Instagram Casa Medusa, novela escrita por Fernando Solana, académico del CULagos en el programa de Humanidades. Sobre la obra, el autor remitió al pensamiento de Wittgenstein, de quien tomó el epígrafe: “…si alguien quisiera desentrañar la naturaleza de Casa Medusa, aquí (en el epígrafe) está explicado en qué consiste el asunto: básicamente en movimientos simultáneos paralelos a partir de cuatro visiones que se están contando dentro de la historia novelística: la historia de un abuelo (el del autor); el nieto narrador a partir de dos voces (la propia y la tercera persona); la historia de un personaje entrañable, Oseas, loco fascinante, profeta delirante, quien además es un historiador abusivo y atrevido que participa en todos los procesos que se van dando en la historia oaxaqueña; y el otro círculo tiene que ver con una serie de personajes que se están moviendo y que el propio autor trata  de manejar como personajes distantes a él…”.
 
Para el maestro Solana, esta novela era un gran pendiente en cuanto a su propia historia, mención aparte de considerarse en deuda con Juan Rulfo, quien fuera su maestro y lo distinguiera con una beca en el Centro Mexicano de Escritores para Narrativa; al respecto de la influencia de su maestro, comentó que quisiera decir que se trata de una obra totalmente rulfiana, sin embargo, esto no es del todo cierto: una de las grandes insistencias de Rulfo consistía en ser lacónico, es decir: en evitar la prosa adornada; Fernando Solana admitió que en Casa Medusa hay una serie de historias que empiezan a ser perder esta condición; sin embargo, considera que su aspiración rulfiana se logró en la medida en la que obtuvo llamar a las cosas por su nombre. Al final, su valoración personal es que esta obra ha resuelto un pendiente capital en su biografía.
 
Esta presentación fue una oportunidad para que el autor compartiera sus reflexiones sobre lo que es para él la escritura, y más aún: la escritura de la novela: “en sus primeras versiones, esta novela se llamó La fundación de la memoria, y ahí está también expresada la voluntad del autor, requería conocer sus orígenes, imaginarlos y finalmente convertirlos en un proceso estético literario para apropiarse debidamente de ellos…”. Apoyando en el pensamiento de teóricos y autores como Broch, quien afirmó que la novela es la impaciencia del conocimiento, Fernando Solana concluyó que la novela es una indagación mayor sobre las formas de la conciencia. Invitó a los jóvenes a trabajar en la construcción de la vocación escritural, recordando una vez más a Rulfo, quien recomendó escribir todos los días.
 
Atentamente
“Piensa y Trabaja”
“Año de la Transición Energética en la Universidad de Guadalajara”
Lagos de Moreno, Jalisco, 29 de junio de 2020
 
Redacción: Marina Ortiz