Propósitos para este año: más vida

Comienza el año y  los nuevos propósitos: dejar de fumar, bajar de peso, apuntarnos al gimnasio, enfadarnos un poco menos, comer más sano, etc. Parece que una vez que cruzamos la frontera de enero, y ya entrados en febrero, todos queremos ser mejores personas. Forma parte de esa necesidad de autorrealización que Abraham Maslow colocaba en la cúspide de los intereses propiamente humanos. Pero parémonos a pensar por un momento… ¿Cuántas familias pasaron las fiestas mutiladas porque un terrible accidente de tráfico les arrebató la vida de uno de sus seres más queridos? Todas ellas comenzaron el año vacías, desérticas, yermas, algunos de sus miembros no tuvieron ocasión de hacer nuevos propósitos.
 
Al cierre del año 2016 fallecieron tres ciudadanos que conocía de alguna forma, por esta causa. Hay un anuncio en la radio que dice que son más de 400.000 las víctimas de accidentes de tráfico al cabo del año, suficientes como para llenar el Estadio Azteca cuatro veces. Visualicemos la imagen por un segundo… da frío, hiela la sangre: heridos, tullidos de por vida, lacerados y muertos. Queriendo conocer con exactitud del número de fallecidos, he recurrido a fuentes oficiales para encontrar cifras actualizadas y uniformes, y me he llevado una desagradable sorpresa. El INEGI recoge datos de accidentes de tráfico desde 1997, difunde las cifras 10 meses después de que haya finalizado la unidad temporal de análisis, pero tiene deficiencias escandalosas. En 2014 solo recogió datos de cinco estados, lo que no es ni el 16% del total.
 
Encontramos que en el año 2015, en el área metropolitana y en el estado de México, se registran 4.601 fallecidos por accidente. Y eso teniendo en cuenta que, según la propia fuente, los datos del área metropolitana, aún siguen siendo provisionales, y que de los 125 municipios que componen el estado de México, sólo han facilitado información 52 de ellos. Las víctimas del resto, no merecen ni ser computadas.
 
He querido aportar cifras más cercanas y hablar de nuestro estado, pero solo puedo localizar los nacimientos, así de precario está nuestro servicio de estadística oficial.
 
Notas de prensa recientes nos dicen que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), nuestro país ocupa el escalofriante séptimo lugar mundial en fallecidos anuales por accidentes de tráfico. Se estima que unas 40.000 personas pierden la vida anualmente por culpa de algún vehículo terrestre. Y digo se estima porque no hay forma de saberlo con certeza. Tenemos un Instituto de Estadística, un Observatorio Vial, una Secretaría de Comunicaciones y Transportes, una Secretaría de Salud que tiene un Centro Estatal de Vigilancia Epidemiológica y Control de Enfermedades (CEVECE), pero a nadie le parece importante saber las dimensiones reales de este problema. Si no conocemos qué tan grave es la enfermedad… ¿Cómo saber qué tratamiento debemos aplicar para sanarla?
 
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) dice que en México, el 80% de los accidentes de tráfico se deben a factores humanos. El mayor número de ellos se producen los jueves, viernes y sábados por la noche, y la principal causa es conducir bajo los efectos del alcohol o de otros estupefacientes.
 
Nos preocupamos de prevenir y tratar el cáncer, la diabetes, los resfriados invernales, pero la primera causa de muerte de nuestros hijos es un conductor desalmado, un asesino sin rostro, que sale los fines de semana y chupa hasta casi desfallecer, y que no le importa los grados de alcohol en sangre o hasta donde vaya de droga, porque su carro sabe solo a casa, porque él tiene el control, porque nunca le ha pasado nada, porque no tiene sanciones ni castigos, porque no sabe que esta noche le toca a él ser el verdugo de víctimas inocentes, porque seguramente podrá vivir el resto de su vida con la conciencia tranquila si sesga, entre las ruedas de su vehículo, la vida de un ser humano, y de paso entierra en vida a toda su parentela.
 
El que haya o no registro exacto de los accidentes es importante, pero pasa a un segundo plano, cuando la principal causa de muerte soy yo, mi vecino de enfrente, mi pareja o mi mejor amigo. Dejemos de ser carniceros aleatorios faltos de conciencia, que sangran el asfalto de este país. Convirtámonos en ciudadanos responsables y conscientes de que en la conducción, lo que manejamos es un arma mortal con la que podemos cometer homicidios, parricidios o infanticidios, y tengamos como propósito para este año reducir el dramatismo de las carreteras. Los grandes cambios comienzan por pequeñas acciones: yo no lo voy a hacer, no voy a manejar habiendo consumido alcohol, no lo hagas tú tampoco. Compartamos un propósito, regalar vida con una conducción responsable.
 
Por Exso Acnuri.