Sutra del vagón: una serie de pasajes difíciles con un punto luminoso

Este 20 de agosto se presentó en la cuenta de Instagram de la Unidad Editorial CULagos, el poemario Sutra del vagón, de Román Villalobos. Este joven poeta, egresado de la licenciatura en Humanidades del CULagos, habló sobre el proceso de creación del libro, partiendo de su intención de ceder su voz para que funcionara como vehículo de las historias de los migrantes que vienen de paso por Lagos de Moreno, desde Centroamérica con rumbo a Estados Unidos.
 
Todo comenzó en 2017, buscando presentar una propuesta para participar en el Programa de Estímulo para la Creación y Desarrollo Artístico de Jalisco (PECDA). Entre sus intereses personales y literarios se encontraban las cuestiones budistas y los temas relacionados a ellas. Por otra parte, una mañana se encontró con un migrante, con quien entabló una breve charla y que al enterarse de su oficio como escritor le propuso que escribiera sobre la migración. Fue así como decidió unir dos mundos que parecerían extraños entre sí: el del budismo, a través del Sutra (discurso, diálogo, manuscrito, texto), con el del trayecto de los migrantes.
 
Román confesó que al escribir este poemario su intención era plasmar una realidad que considera que no podemos evadir ni evitar, pero resultó más difícil de lo que se imaginó, ya que había creído que podría entrevistarse con los migrantes y conocer sus historias. Sin embargo, la realidad contrarió sus expectativas: a ellos les costaba mucho trabajo abrirse a los extraños, más en un país como este, en el que son víctimas de la violencia brutal y la discriminación; rehuían de él creyendo que era un agente encubierto que los iba a deportar; de manera que para continuar adelante con su propósito tuvo que ingeniárselas y acercarse con mucha cautela.
 
Una migrante hondureña, que pasaba algún tiempo en la Casa del Migrante, confió en él y le contó su historia, una historia llena de violencia, pobreza, discriminación… en palabras de Román: “todo lo desastroso que pudiera experimentar un ser humano en su vida…”; en alguna ocasión ella le dijo: “yo pienso que estás loco, realmente… no entiendo cómo tú quieres escribir un libro de poesía sobre nosotros si la poesía me parece algo para las cosas hermosas, y me parece que la historia de los migrantes no es hermosa, es algo duro, es algo cruel…”, ante este cuestionamiento, que para él era totalmente válido, él tenía la responsabilidad de recrearla tal cual era.
 
De manera que se enfrentó al mismo tiempo a dos proyectos: uno personal, al encontrarse con personas que estaban haciendo que se cuestionara muchas cosas a niveles muy profundos, y otro literario, denso, ya que en estos tiempos lo común es que el poeta parta desde su intimidad y su subjetividad, pero la intención de Román era salir de sí mismo y contar una historia importante que no fuera suya.
 
Dedicó este libro a la doctora Socorro Hernández Barajas, quien fue docente en la carrera de Humanidades: “ella en un primer momento nos introdujo en este tema de la migración, nos invitaba a abordarlo en nuestra vida profesional, siempre nos invitó a involucrarnos (…) Consulté con ella si parecía un disparate, pero ella me motivó mucho, me dijo: conozco novelas, películas, obras de teatro, sobre migración, pero pocos libros de poesía sobre este tema…”. De manera lamentable, la doctora falleció justo un poco antes de que el proyecto fuera aceptado. Él aún se pregunta cómo habría resultado escribirlo bajo la tutela teórica de la doctora Socorro Hernández.
 
Román Villalobos define a Sutra del vagón como una serie de pasajes, algunos crudos y difíciles, que buscan dejar una especie de mensaje luminoso. La última anécdota que compartió es la del encuentro con otro migrante, que al verlo atribulado le dijo: “qué tienes, qué te pasa, no te preocupes, todo va a estar bien”. Román encontró así la manera en la que cerraría: “Si este hombre puede pensar en el bien, en el futuro, en la esperanza, que son conceptos que yo pensaba lejanos para alguien que va recorriendo ese infierno, si este hombre puede creer en ello todavía, pues alguna razón debe de tener, entonces yo me quedé con esa imagen de la esperanza en sus ojos, en poder decir: bueno, aquí hay alguien que tiene un concepto de esperanza mucho más sólido que el mío y le voy a creer, quiero que el libro termine en ese punto luminoso”.
 
Mencionó que le ha parecido, ahora que lo releyó en sus tiempos libres, que lo que escribió en Sutra del vagón está en sintonía con el tiempo que estamos viviendo, ya que contiene la esperanza puesta en que, por más difícil que pueda ser la situación del mundo en la pandemia, al final todo va a estar bien. A la pregunta del público sobre qué podemos hacer “los no migrantes”, Román respondió: “No ser unos desgraciados, podemos desarrollar un poquito de empatía, quizá no todos vamos a hacer activismo o tomar consciencia a otros niveles, pero no tenemos el derecho de discriminar a nadie…”. Concluyó su cometario a este respecto diciendo que en el caso de que haya alguien interesado en ayudar más, es posible acercarse a la Casa del Migrante para hacer donaciones.
 
Atentamente
“Piensa y Trabaja”
“Año de la Transición Energética en la Universidad de Guadalajara”
Lagos de Moreno, Jalisco, 21 de agosto de 2020
 
Redacción: Marina Ortiz