Hipertensión arterial: un asesino silencioso

En el mundo, hoy en día, la hipertensión arterial tiene una alta prevalencia. En México hablamos de 30 millones de personas afectadas por esta enfermedad, de los cuales se estima que más del 50% ignora ser portadora, mientras que menos del 50% de quienes han sido diagnosticados como hipertensos se apegan al tratamiento farmacológico y sólo el 20% de ellos tienen una hipertensión controlada.
 
La hipertensión arterial es una enfermedad crónica en la que aumenta la presión arterial. En la mayoría de las ocasiones es consecuencia de malos hábitos de salud, mismos que conllevan a que su curso y complicaciones se agraven. Dentro de los factores de riesgo para desarrollar hipertensión se encuentran la mala alimentación y un alto consumo de sal en los alimentos, el sedentarismo, el tabaquismo, el rango de edad (en los hombres que superan los 55 años; en el caso de las mujeres, después de los 65), padecer alguna otra enfermedad crónica: obesidad, diabetes y/o dislipidemia (colesterol / triglicéridos elevados) y finalmente tener el antecedente familiar de hipertensión.
 
Existen dos tipos principales de hipertensión. El primero de ellos y el más común en la población, es la hipertensión esencial o primaria en la cual no hay una causa identificable. El otro tipo es la hipertensión secundaria, resultado de una condición subyacente que puede consistir en una enfermedad renal, en la presencia de algún tumor, o en defectos congénitos de los vasos sanguíneos, entre otras, así como en el consumo de drogas como la cocaína o las anfetaminas.
 
Es característico de esta enfermedad carecer de síntomas específicos o que estos sean silentes, es por ello que se le suele llamar “el asesino silencioso”. Muchos pacientes viven con ella sin acudir al médico para su manejo oportuno; es hasta que se presentan complicaciones o cuando se manifiestan consecuencias fatales que comprometen la vida, cuando se hace el diagnóstico. Las complicaciones habituales de la hipertensión arterial son: el daño retiniano (ojos), nefropatía (riñones) y los accidentes vasculares cerebrales.
 
En el tratamiento del paciente hipertenso el objetivo principal es controlar la presión arterial y evitar dichas complicaciones. Es posible tener una buena calidad de vida si se padece de hipertensión, mediante hábitos saludables que prevengan niveles altos de la presión arterial y complicaciones como daños a órganos blancos.
 
Es importante acudir con el médico de manera regular. En la revisión y como parte de la exploración física, el profesional de la salud evalúa signos vitales, dentro de los cuales está la presión arterial; en el caso de encontrar rangos alterados en ella, se sugiere evaluación seriada de la misma y se complementa con estudios de laboratorio y de gabinete. Este ejercicio rutinario permite identificar a tiempo la enfermedad y tratar oportunamente.
 
Algunas recomendaciones para prevenir la aparición de la hipertensión arterial son:
1.      Consumir abundantes frutas y verduras frescas.
2.      Disminuir el consumo de proteínas de origen animal (puerco, res, pollo, pescado) y procurarlos en opciones magras.
3.      Disminuir el consumo de sal (sodio) a 1.5 mg/día. Para ello es útil retirar el salero de la mesa, evitar alimentos industrializados, congelados, enlatados y productos ahumados (el proceso de conservación requiere altas cantidades de sodio).
4.      Mantenerse en el peso saludable.
5.      Aumentar la actividad física, practicar de 150 a 300 minutos por semana.
6.      Limitar la ingesta de bebidas alcohólicas.
7.      Controlar los niveles de estrés.
 
El Programa de Salud Organizacional (PSO) te invita a prevenir y tratar de manera oportuna esta enfermedad para mejorar tu calidad de vida. Acude al consultorio médico, y “conoce tus números”.
 
Dra. Mónica Ivette Guevara Ortega
Unidad de Salud Organizacional