Los enemigos silenciosos, ¿quiénes son?

"En red por tu salud", columna semanal. Colaboración de la doctora Mónica Guevara

Cada vez es más frecuente escuchar que, en las ciudades en vías de desarrollo o en aquellas grandes urbes que concentran mayor población, es necesario aplicar un plan de contingencia ambiental debido a la mala calidad del aire. A la par del desarrollo urbano, en las localidades han aumentado los índices de contaminación en el ambiente, lo cual se ve reflejado en la salud de la población mundial. En fechas recientes la Organización Mundial de la Salud (OMS) lanzó la campaña Respira la vida, en la cual se refleja la preocupación por disminuir los niveles de contaminantes en el aire que redundan en el riesgo potencial hacia la salud, con especial atención al grupo más vulnerable: los niños.
 
 “Las directrices de la OMS sobre la calidad del aire”, basadas en la evaluación de partículas, ozono, dióxido de nitrógeno y dióxido de azufre en todas las regiones pertenecientes a esta organización, fueron publicadas en 2005 con el objetivo de que se aplicaran a nivel mundial. En los últimos datos publicados por la misma OMS se reporta que, a nivel mundial, la contaminación del aire ha favorecido el desarrollo de neumopatías crónicas y agudas, por ejemplo: asma, cáncer de pulmón, cáncer de vejiga y cáncer en vías urinarias; de igual forma se ha reportado el aumento en la incidencia de cardiopatías y accidentes cerebrovasculares.
 
En México, alrededor de 16,798 muertes por año se asocian a la contaminación del aire, la cual proviene en mayor medida del transporte público. Resalta la falta de respeto a la normatividad, porque a pesar de que la Norma Oficial Mexicana NOM086 obliga a Petróleos Mexicanos (PEMEX) a distribuir combustibles limpios, esto no se lleva a la práctica. Derivado de la emisión de gases que genera la quema de combustibles fósiles, encontramos a la Ciudad de México y a Guadalajara como las metrópolis con mayor conflicto: más del 60% de los 365 días del año, la calidad del aire es mala, obteniendo como resultado la presencia de cardiopatía isquémica como principal causa de muerte asociada a la contaminación del aire.
 
Cabe mencionar que los infantes constituyen uno de los sectores más vulnerables de esta problemática, alrededor de 467 niños mueren anualmente a causa de enfermedades relacionadas a este problema ambiental. Por la naturaleza de sus actividades, dependiendo de su grupo de edad, es común que pasen mayor tiempo expuestos al aire ambiente; por otro lado su capacidad de respuesta a la mala calidad del aire difiere a la de un adulto, ya que su sistema inmune apenas va adquiriendo la fortaleza necesaria para salir avante en procesos infecciosos y además su frecuencia respiratoria es mayor en comparada con la de los adultos, todo esto propicia que pequeñas partículas suspendidas y contaminantes se depositen en la vía respiratoria y generen un aumento en los casos de bronquitis aguda y asma, patologías que representaron en 2011 más del 58% de defunciones reportadas en infantes. Aunado a esto, estudios demuestran que las mujeres embarazadas que viven cerca de vialidades concurridas, no sólo comprometen su propia salud, además se ve mermada la de los recién nacidos que no alcanzan el completo desarrollo de sus órganos debido al nacimiento prematuro que ocasiona la contaminación.
 
Los síntomas que nos sugieren alteración de la función en las vías respiratorias son: alteración en la frecuencia de la respiración, la cual aumenta; tos persistente o con abundante mucosidad, conocida como “tos de fumador”; disnea (sensación de falta de aire); sibilancias (silbidos al respirar); sensación de opresión en el pecho; aumento en la frecuencia de episodios de resfriados; infecciones de vías respiratorias; coloración de labios o uñas en tonos gris o morado y aumento de la frecuencia cardíaca. Para realizar el diagnóstico preciso se realiza la evaluación por profesionales de la salud, mediante los resultados de análisis de laboratorio y una espirometría que medirá la cantidad y la velocidad del aire inspirado y espirado.
 
La respuesta de la OMS ante este problema de salud es que se requiere realizar políticas e inversiones que generen medios de transporte menos nocivos a la salud, viviendas sostenibles y una mejor gestión de residuos industriales. Sin duda el trabajo a realizar al respecto es intenso, lo que no puede esperar más es que encontremos estrategias capaces de mejorar las condiciones actuales de salud para nosotros y las futuras generaciones, reconciliarnos día a día con el medio ambiente para hacer de este mundo un lugar en el cual vivamos mejor. La tarea es de todos.
 
Doctora Mónica Ivette Guevara Ortega
Responsable del programa de Salud Organizacional del CULagos